“La paz no es una utopía espiritual; es una senda humilde a la que todos tenemos que volcarnos, realizada con gestos cotidianos que enlazan sueños para hacerlos realidad, entrelazando paciencia y esfuerzo; sin obviar, que tras el vivir y el imaginar, está lo que nos hermana, el amor”
Nuestro propio camino, así como nuestro místico considerar, está desbordado; lleva consigo profundas cicatrices de enfrentamientos, tremendas desigualdades inhumanas que nos deshumanizan por completo y nos degradan anímicamente. Sin embargo, los lamentos tampoco sirven para nada, es el momento de la reacción a esta acción indiferente en muchos ámbitos. Desde luego, la desconexión social, dificulta un hacer reconciliador para poder pasar del conflicto a la comunión; y, así, poder enfrentar la desunión con vale