Los incendios que arrasaron (y aún arrasan) España este verano golpearon con especial dureza zonas rurales envejecidas , donde la evacuación de pueblos enteros se convirtió en una postal demográfica del interior peninsular. “Su mayor miedo era que pudiera arder todo lo que tienen”, resume Beatriz Asensio, alcaldesa de Benavente, mientras supervisa el albergue improvisado en un centro de negocios de la ciudad, al que fueron trasladados decenas de ancianos desalojados .
Allí, el ambiente recuerda más a una residencia de mayores que a un refugio de emergencia: dominó, películas y largas conversaciones para pasar el tiempo, mientras en el exterior la amenaza del fuego se mantiene latente. La provincia de Zamora , en Castilla y León, concentra la mayor proporción de personas de má