La lucha tiene razones que muchas veces la razón no entiende. Tiene sus códigos. Luchadores que cambian de pueblo, miradas al cielo, gestos diversos o la simple cercanía de la vecindad. Así, ayer, las luchadoras de Prioro hablaban de un niño, Ney (Iriney) que había vivido dos jornadas en las que pasó de la tremenda alegría de su primera victoria en base, en La Sobarriba además, a romper el peroné tan solo 24 horas después. Y en pocos lugares el sentido de pueblo está más instalado que en Prioro. Pero Lucía, seguramente su mejor arma, también había tenido su día 24 horas antes y ayer en semifinales cayó ante la nómada María Cabas. El corro fue para Edi, que derrotó en una final terrible, a cara de perro, a la citada Cabas. Con mucho mérito, después de recibir una caída en la que quedó conmo

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