Tristezas, insomnios o miradas perdidas . Detrás del humo quedan personas enfrentadas a un duelo que no se mide en hectáreas, sino en silencios. Son los rescoldos emocionales de lo que arrasa un incendio: recuerdos, legados familiares o pertenencias devastadas por las llamas . Desde el cerezo en el que aprendiste a trepar a los árboles a la casa construida por la familia o la granja que atesoraba el esfuerzo de dos generaciones.

Perder vivienda, pertenencias, recuerdos o incluso el medio de vida en un incendio supone, en palabras de la psicóloga Ana Núñez , coordinadora del Grupo de Intervención Psicolóxica en Catástrofes e Emerxencias, enfrentarse a un proceso de duelo. Su intensidad y duración dependerá de múltiples factores: desde cómo ocurrieron los hechos y el valor sentimenta

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