Lo más impactante para Jonathan, quien soportó seis agotadores meses viviendo y trabajando bajo tierra en una mina de oro abandonada de Sudáfrica, fue el abuso que presenció contra menores.

Algunos son reclutados como mano de obra barata, pero otros son traídos específicamente para ser abusados sexualmente, según activistas.

Jonathan, quien ahora ronda los 30 años, emigró a Sudáfrica con la promesa de ganar dinero fácil trabajando en una de las decenas de minas abandonadas por multinacionales porque ya no eran comercialmente viables.

Protegemos su identidad porque al hablar con medios de comunicación se expone a represalias de las brutales bandas criminales que controlan la minería ilegal.

Los detalles de lo que sufrían los jóvenes emergieron tras la muerte de decenas de mineros ilega

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