México sin maquillaje
El nuevo payaso de las cachetadas
Gabriel Reyes Orona
En la farsa electoral, impuesta por el partido oficial para suplantar a ministros, jueces y magistrados, se le vio lánguido, apocado y, sobre todo, mucho menos parlanchín que de costumbre. Ha estado escondido y silencioso, temeroso de usar calles y carreteras, así como de acudir a restaurantes y lugares públicos. El tabasqueño sabe que su nombre se enloda todos los días y que aún falta mucho estiércol en el que batirse. Se ha tragado sus palabras; se ha arrepentido de toda acusación, anécdota o crítica dicha a lo largo de los años, ya que los suyos, particularmente sus hijos y cónyuge, han incurrido en los vicios por él denunciados, ello, de la manera más lastimosa y vergonzosa posible.
El tiradero es enorme, y