Convertir a la Universidad en una maquinaria de titulación masiva capaz de responder a la demanda del mercado, pero carente de herramientas para cuestionar y transformar la realidad, sería un retroceso histórico. La Universidad no puede ser sólo un engranaje más del sistema económico, debe ser conciencia, crítica y horizonte de futuro para la sociedad que la sostiene.
La reingeniería académica, administrativa y financiera anunciada en la Universidad Autónoma de Sinaloa ha abierto un debate imprescindible sobre el rumbo de la institución. Sin embargo, en medio de los discursos de modernización y eficiencia presupuestal, emerge una preocupación legítima: que la lógica financiera en los ajustes académicos termine recortando licenciaturas con baja matrícula afines a las ciencias sociales y hu