En días pasados, dos personajes marginales del escenario político autoidentificados con una idea de “la derecha” se enfrascaron en un aparentemente inútil intercambio de agresiones en redes sociales a partir de una excusa menos que anecdótica. La verborrea digital estuvo llena de agresiones y acusaciones personales de bajísimo nivel; y, sin embargo, entre los sendos discursos de desprecio, odio y oportunismo político, se deja entrever un tema que –por lo menos– sí urge a debate: ¿Todo lo conservador es religioso? ¿Todo lo religioso debe ser conservador? La respuesta es clara, pero hay que desmenuzar.

En primer lugar, hay que sacar la paja discursiva del pleito entre estos personajes, porque mucho del entuerto son ofensas personales. Aunque también es preciso descartar las palabras que est

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