Hablar de historia en estos días siempre se relaciona con lo aburrido, gris y desabrido. Casi siempre se piensa en las clases eternas donde se debían aprender fechas interminables. Hay grandes prejuicios alrededor de una ciencia social que debería de acompañar nuestra vida cotidiana. Por eso quiero aprovechar para hablar de esa mi gran pasión.
Ese gran amor me ha llevado a lugares improbables. Ahora quiero hacer algunas anotaciones sobre lo aprendido. Tómese esto como el inicio de un diálogo con mis propias experiencias, pensadas al pie de varias carreteras.
En primer lugar, descubrí la necesidad de una Historia viva. Es decir, aquella comprometida con el tiempo presente y la construcción de futuro. Viniendo de una frontera doliente como Ciudad Juárez esto se vuelve urgente, lo cual apli