No por viejo conocido molestaba menos. El calor apretaba en la penúltima semana de agosto y la sombra, la playa, el paseo a partir de las 20 horas y la horchata eran los remedios más socorridos en aquella Alicante de 1975. A ese tema central, tan manido cada verano pero tan molesto y cada vez más preocupante, dedicaba el genial

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