Mariam Dagga, una periodista visual que trabajaba en forma independiente para The Associated Press y otras organizaciones de noticias y que produjo imágenes desgarradoras de la guerra en Gaza, murió el lunes en un ataque israelí a un hospital. Tenía 33 años.

A través de fotografías y videos, Dagga capturó las vidas de palestinos comunes enfrentando retos extraordinarios: familias desplazadas de sus hogares, personas aglomerándose alrededor de camiones de ayuda, dolientes que asistían a funerales, y médicos atendiendo a niños heridos o desnutridos.

Durante la guerra, Dagga solía estar en el hospital Nasser en Jan Yunis. Estaba entre las 20 personas, incluidos cinco periodistas, que murieron allí el lunes por ataques israelíes, según funcionarios de salud y organizaciones de noticias.

“Trabajaba bajo circunstancias increíblemente difíciles para llevar historias de Gaza al mundo, particularmente la cobertura del impacto de la guerra en los niños", declaró Julie Pace, editora ejecutiva y vicepresidenta sénior de la AP. "Estamos devastados por su muerte y buscamos urgentemente más aclaraciones sobre el ataque”.

La guerra entre Israel y Hamás ha sido uno de los conflictos más letales para los trabajadores de los medios: al menos 189 periodistas palestinos han muerto por fuego israelí en Gaza durante el enfrentamiento de 22 meses, según el Comité para la Protección de los Periodistas. Comparativamente, 18 periodistas han muerto hasta ahora en la guerra de Rusia en Ucrania, según el mismo comité.

En una entrevista en abril con Eye on Palestine —una plataforma de redes sociales—, Dagga exhortó a la comunidad internacional a proteger a los periodistas en Gaza y ayudar a poner fin a la guerra. En un mensaje en video el domingo, una de sus últimas publicaciones en redes sociales, advirtió que ningún lugar en Gaza era seguro.

“Cada lugar es peligroso, es alcanzado por ataques aéreos... En cada hogar hay una historia. En cada hogar hay un detenido. En cada hogar hay sufrimiento”, explicó.

Nacida en Jan Yunis, Dagga estudió periodismo y se graduó de la Universidad Al Aqsa en Gaza. Comenzó a trabajar como periodista en 2015, y estaba entre las pocas mujeres periodistas visuales que cubren la guerra en Gaza.

Le sobrevive un hijo de 13 años que se mudó a los Emiratos Árabes Unidos para vivir con su padre luego de que la guerra comenzó.

Cuando ella no estaba trabajando, a menudo estaba al teléfono con su hijo, que quería regresar a Jan Yunis para estar con ella, contó a sus colegas. En su testamento, que Dagga había compartido con un amigo, se dirigió directamente a su hijo: “Nunca me olvides y recuerda que tu madre hizo todo lo posible para que estuvieras feliz, cómodo y en paz”.

En su funeral el lunes, familiares y colegas acariciaron sus mejillas entre lágrimas. Su cuerpo yacía envuelto en blanco, con una sola flor roja colocada cuidadosamente junto a su rostro.

Antes de la guerra le había donado un riñón a su padre, según su hermana, Nada Dagga.

Desplazada de su hogar, se vio obligada a mudarse varias veces durante la guerra, pero nunca dejó de trabajar.

“Siempre estaba lista", apuntó Sarah El Deeb, reportera de la AP que vive en Beirut. "Dagga se mantuvo cerca del hospital Nasser y pudo ver a través de la crueldad de la guerra con las habilidades y la paciencia para informar sobre su costo para la gente de Gaza, sus médicos, niños y madres”.

Por su reciente cobertura de niños desnutridos en Gaza, Dagga ganó un premio interno de la AP que reconoce los mejores trabajos producidos cada semana.

Adhwan Alahmari, su editor en el medio de comunicación Independent Arabia, dijo que ella estaba entre los reporteros y fotógrafos con más ética y más dedicación a su labor. Calificó el ataque como una “violación flagrante de las leyes internacionales”.

Wafaa Shurafa, productora sénior de la AP en Gaza que trabajaba con Dagga a diario, observó que ella nunca dudó en ayudar a nadie. Dagga nunca se quejó a pesar de las severas dificultades que enfrentó, reía con frecuencia, y era profundamente respetada y amada por sus colegas, amigos y familia, agregó Shurafa.

Shurafa comentó que no pudo responder a una llamada de Dagga después del primer ataque al hospital el lunes. Cuando devolvió la llamada, Dagga no respondió.

“Al principio estaba nerviosa porque no respondió; estaba sumamente preocupada. Pensé que estaba filmando, pero nunca imaginé que había sido asesinada", recordó.

“No respondió, y ya nunca lo hará”, lamentó.

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Magdy informó desde El Cairo y Mednick desde Tel Aviv. Brian Melley en Londres contribuyó a este despacho.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.