Ah, la vida. Se la espera, se la pasa, se la sufre, se la disfruta, se la oculta, se la revela, se la padece, se la valora o se la desvaloriza con nuestras acciones.
Hay quienes la tienen doble, y hasta quienes la rehacen múltiples veces. Hay quienes la rechazan, la anulan, y hasta la destruyen si no es la propia vida.
Hay quienes la regalan, generosamente a través de una simple sonrisa, un abrazo, o un simple saludo; quienes la comparten porque tienen más de lo que necesitan; quienes la prestan un ratito para que otros saboreen lo que es vivir, pero sabiendo que la tienen que devolver.
Y hay quienes la roban, directamente, por envidia, por venganzas de larga data. Toman lo que no es suyo, la vida y las cosas de otros y se las quedan. Sin remordimiento ni culpa.
Y quienes la disfrutan