Estos son dos desafíos que les manifesté hace un par de días a quienes ejercen la justicia. Pero en realidad son dos desafíos que nos atañen y nos interpelan a todos: la práctica de la visita y la cultura del rostro.

Se dice que, para entender la realidad, “tenés que haber visto”. Tenés que haber visitado o acogido, escuchado. La acción de visitar, de ir al dolido, tiene un valor humano y religioso muy profundo: que, lejos de la formalidad del acto de cortesía, significa involucrarse en una relación trascendental, como la relación bíblica de Dios que visita a su pueblo.

Es del ver, del visitar, de donde surge la idea. Cuando nos permitimos participar en la experiencia de lo que “hemos oído, visto, contemplado y tocado”, surgen las grandes preguntas y se moviliza la potencia creativa de h

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