Durante demasiado tiempo, México y Brasil se han dado la espalda. Mientras México miraba hacia arriba, hacia Estados Unidos y de rebote hacia Canadá, sus socios del T-MEC, Brasil miraba abajo, hacia Argentina y el resto de socios del Mercosur, y hacia la lejana China. Ahora, las dos potencias latinoamericanas quieren corregir esta anomalía mediante una cumbre al más alto nivel, que probablemente no habría ocurrido o no habría tenido tanto sentido de urgencia de no haber regresado al poder Donald Trump y su política de chantaje comercial contra el mundo.
Este martes, llega a la Ciudad de México la mayor delegación brasileña de los últimos tiempos para impulsar una alianza estratégica entre los dos gigantes regionales, no con el ánimo de desafiar al convidado de piedra en la cumbre -Estados