Hay fenómenos en la naturaleza que no solo nos impresionan por su belleza, sino porque encierran en sí mismos una historia profunda sobre cómo funciona el universo. Uno de estos es la radiación de Cherenkov, ese característico resplandor azul que aparece en el agua de los reactores nucleares o en ciertos experimentos de física de partículas. No es un efecto óptico casual ni un simple destello: es la huella visible de un evento extraordinario que nos habla de velocidades extremas y de los límites que las partículas pueden desafiar dentro de ciertos medios.
Imaginemos por un momento la superficie tranquila de un lago. Una lancha avanza y rompe la calma del agua, dejando una estela en forma de “V”. Esa estela aparece porque el bote en cuestión viaja más rápido que las ondas que puede genera