La Calle del Cementerio quizá no parezca la más adecuada para un centro cultural , pero en Mazaleón – un municipio turolense de apenas 500 habitantes – es ahí donde se levanta L’Argilaga , un espacio autogestionado que ha convertido la música en motor de vida comunitaria. La iniciativa, impulsada por un grupo de jóvenes de la comarca, comenzó en 2016 en el pueblo vecino de Valderrobres y, desde entonces, la sala ha albergado cerca de 170 actividades . "Habían cerrado las últimas salas de conciertos en el Matarraña y queríamos hacer algo para que hubiera espacio para la música en directo", recuerda Marc Martí , fundador y organizador. Cuando en 2019 se vendió el local en Valderrobres, el colectivo decidió trasladarse a Mazaleón, donde residían varios de sus integrantes. Así

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