El jueves 10 de julio, en una casa modesta de calle Benjamín Matienzo al 2400 de Las Heras, la vida de Tomás Alexander Cano , un joven de 21 años apasionado por la música, se apagó en cuestión de minutos. Había recibido la visita de su amigo de siempre, Lucas Mamaní , sin imaginar que esa madrugada se cruzaría con un destino fatal. Mientras conversaban en el patio, Mamaní le mostró un arma de fuego que había conseguido poco antes. En un movimiento imprudente, el gatillo se accionó y el proyectil atravesó el cuello de Cano. El muchacho llegó sin vida al Hospital Carrillo.

En un primer momento, todo parecía un hecho intencional: Mamaní dijo que alguien desconocido había disparado. Pero horas más tarde se quebró y confesó: el tiro se había escapado de sus propias manos.

La fiscal de H

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