Francia está políticamente bloqueada y con un riesgo creciente de precipitarse en una crisis financiera que afectaría a toda Europa. El ministro de Economía, Éric Lombard, evocó ayer por la mañana, en una entrevista radiofónica, la posibilidad de que, si no se contiene el déficit y la deuda, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pudiera intervenir, una medida que el Gobierno quiere evitar a toda costa porque supondría una pérdida de soberanía, una bofetada al orgullo francés y el deber de aceptar una dura terapia de ajuste.
Horas después, el propio Lombard, ante la repercusión de sus palabras, se vio forzado a matizar su alarmismo y aseguró, que hoy por hoy, “la economía francesa es sólida y no está bajo amenaza de intervención ni del FMI ni del Banco Central Europeo (BCE) ni de ninguna