Este verano se repite la tragedia de unos incendios que han convertido la llamada España vaciada en calcinada. La terminología “España vaciada” es una imprecisión. Parece que a quienes vivimos en estos territorios de la España despoblada nos hubieran deportado de forma obligada a las colmenas de las grandes ciudades, donde las lucecitas nocturnas convierten los edificios en un tablero de damas, lucecita si, lucecita no. Si fuéramos precisos hablaríamos en todo caso de la España vacía, terruño casi deshabitado y mundo rural en abandono.

La España vacía es un país yermo diferente al urbaniza o al costero. Al machismo le dio por hablar de la España vaciada, sin pensar que es un error terminológico y conceptual. Pero da igual, a Sánchez le valen las churras y las merinas, el aceite y el vinag

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