Cuando un incendio cercó A Gudiña, en Ourense, este verano, los vecinos se echaron al monte con batefuegos. A ellos se unió sin dudar un grupo de inmigrantes subsaharianos asentados en esa localidad, a quienes la barrera del idioma o la falta de medios no les frenó para ayudar a sofocarlo.
A Gudiña, una población dispersa geográficamente y envejecida con algo más de un millar de habitantes, es la puerta de entrada a Galicia por su extremo sureste, aunque no es tan habitual que lo sea para los inmigrantes, que suelen acudir a núcleos urbanos más grandes, como Ourense.
Pero desde el pasado octubre, un grupo de once jóvenes de Mali y Senegal está instalado en el pueblo, donde trabajan recogiendo brezo en el monte para una empresa.
Y al monte volvieron hace una semana cuando el fuego llegó