Hay recetas que, por su sencillez y su sabor irresistible, conquistan las mesas de cualquier casa. Las quesadillas de pollo, tomate y una capa de queso derretido son un ejemplo perfecto de como pocos ingredientes, pero bien combinados, pueden dar lugar a un plato que enamora en cada bocado.

En esta versión la tortilla es mucho más que una sola base. Se tuesta ligeramente hasta que adquiere un punto crujiente por fuera y flexible por dentro, creando un envoltorio ideal para un relleno delicioso. El queso se vuelve el protagonista absoluto, no solo se funde en el interior con la carne, sino que también corona la parte superior creando una capa dorada.

Lo mejor es que esta receta admite varias versiones: si eres amante del picante se le puede añadir unas rodajas de jalapeños o si prefieres

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