Fue una escena que, en la superficie, podría haber parecido un momento de rendición de cuentas. Apenas un mes después de que entrara en vigor la prohibición del aborto a las seis semanas en Florida, la congresista republicana Kat Cammack fue llevada de urgencia a la sala de emergencias con un embarazo ectópico.

Era una condición que, sin tratamiento, resulta mortal. Según informes, el personal médico dudó en actuar rápidamente, tratando de interpretar el nuevo panorama legal impuesto por una ley que ella y su partido apoyaron. Pero en lugar de reconocer el papel de la política republicana en poner su vida en riesgo, Cammack desvió la culpa: hacia la izquierda, hacia los demócratas, hacia quienes advirtieron precisamente sobre ese tipo de parálisis médica.

Su negativa a asumir responsabil

See Full Page