" Venimos desde la médula de un sueño, columna vertebral de nuestra vida. Y vamos de camino… hemos fundado, hemos construido y vamos a hacer…”. Con estas palabras, el 28 de agosto de 1960, mi padre, Roberto Noble, empezaba el discurso de inauguración de la casa propia de Clarín, el edificio de la calle Piedras.

Tan solo ocho años después, el estrés de su titánica obra se lo llevó. Tenía 67 años. Yo era apenas una niña de nueve, y mi corta vida a su lado me obligó a construir para mí su biografía más íntima, sus caricias, su presencia, sus consejos, su ternura plasmada en cientos de fotografías, como si hubieran predicho su pronta ausencia.

El día que cumplí siete años me regaló el álbum en el que imprimió todas las fotos de mi “primera recorrida para ver cómo se hace Clarín”, como lo t

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