La comunidad santiagueña quedó sumida en la sorpresa y la indignación al trascender un caso de extrema violencia a la que era sometido un niño de tan solo 8 años por parte de su madre.
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La agresora, una joven catequista de 33 años, fue denunciada por su propio hermano en la policía, por una sucesión de episodios sumamente violentos en los que castigaba a su hijo de múltiples formas.
Según consta en la denuncia, la mujer acostumbraba golpear al niño con un cinto, con palos de escoba, lo escupía, lo obligaba a arrodillarse en maíz y lo amenazaba con cortarle la lengua si contaba a alguien sobre estos aberrantes hechos. El niño, producto del miedo, perdía el control de su esfínter y la madre lo obl