Las ruinas artificiales también nos atraen a unos pocos. Restos de PVC que quedan cuando la diversión se desmantela y el olvido reclama una legítima idea de lugar. Queda lo que queda. La violencia muda del abandono. Entornos de orfandad y vacío. Restos del hundimiento entre zarzas y floresta trepadora. Y los interrogantes que ahora afloran entre el silencio inhóspito y sexy a la vez. El verano como trasunto del capitalismo. Formatos para la diversión global. El despilfarro de los recursos. El canon del ocio que envejeció tras la era del derroche y la ordinariez.
Hablo del halo que transmiten ciertas instalaciones abandonadas, como las de los recintos de la diversión del agua que chaparon hace tiempo. Todo un llamado para sensibles y raritos atraídos por la felicidad en parajes absurdos. E