Inopinado. Creía que la juventud iría siendo enterrada por la vida, sería ajena, no volvería, tocaría ir únicamente al futuro incierto al que se lanzaron las expectativas. Dudas fastuosas, lógicas y florecientes ante el nuevo escenario. Creía que la vida se transformaría en una rutina tediosa, que efectivamente va llegando, pero más poco a poco. Creía que alcanzaría el estancamiento, estaría anquilosado en los días y la existencia sería ajena al control propio. Ser joven tal vez sea la tarea más ardua, no sólo es luchar contra los terrores propios y autoinducidos, es sentirse integrado, encontrar tu propio lugar. En muchas ocasiones ese hogar no está cercano, pero tampoco lejano, simplemente es que las piezas del destino se coloquen para situarte en él. En muchas ocasiones te has cruzado c
Meditación Tres: Los Tristes

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