El muerto al hoyo y el vivo al baile, es una mantra que nos inventamos para tratar de hacer frente a la tristeza, y para disimular el funesto hecho, de que en el hoyo no solo queda el muerto, sino pedazos de nosotros mismos que se van con él, enredados en recuerdos.
Este fin de semana recibí la noticia de la muerte de un gran amigo de mi adolescencia y no podía dar crédito a la noticia, porque si bien a Jorge no lo veía hace varios años, para mí, era de esas personas que son eternas; será por la manera anestesiada con que enfrentamos la vida, con la que se nos olvida que las personas que tienen nuestra misma edad también se mueren, y por eso en el imaginario siempre creemos que sólo fallecen esas personas que “están viejas”, pero se nos olvida, que para morirse sólo hay que estar vivo, o