El éxito de la narrativa populista, en México y el mundo, se sustenta, y lo ha hecho a lo largo de la historia, en las carencias reales de la sociedad. Crisis, inestabilidad económica, pobreza, inseguridad, desigualdad, marginación, injusticia, corrupción, deficiencias en salud y educación —y una larga lista— son hechos aprovechados por el relato de carismáticos líderes para ofrecer mejoras y cambios drásticos en los modelos socioeconómicos y políticos que llevarían a la población a supuestos mundos idílicos de progreso.
El común denominador es que las repetidas promesas de cambio no se cumplen, en gran medida por la poca capacidad de quien las hace y porque en realidad nunca pensaron cumplirlas, exhibiendo así su verdadera motivación: alcanzar el poder para luego concentrarlo. En casi to