Andan los fabricantes de coches desde hace años lamentando que las cifras de ventas de vehículos nuevos no son buenas y que España no se puede permitir el lujo de un derrape de un sector que aporta en torno a un 7,7% de forma directa al PIB nacional. Se quejan, y con razón, de que cuestiones como la incertidumbre introducida en torno a cuestiones como el año del fin de los motores de combustión no ayudan porque retrasan la decisión de compra de muchos ciudadanos hasta ver si se aclara el panorama sobre la mejor tecnología a elegir.

Pero más allá de incertidumbres regulatorias, lo cierto es que cualquier conversación en torno a la compra de un coche acaba casi siempre en el mismo punto: los turismos nuevos son muy caros.

El precio medio de un automóvil nuevo en un concesionario supera

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