Volvimos un año después a las montañas donde se construye desde hace más de cinco años una casa monumental en piedra con una técnica que desafía al tiempo con la matemática, la física y la geometría como aliadas.
La primera vez que llegamos hasta allí fue por azar, persiguiendo otros temas en el corregimiento de Horizontes, entre Belmira y Sopetrán, la conexión entre el Norte y el Occidente de Antioquia. Pero esta vez nos dirigimos directamente al cerro del Indio, llegamos hasta allí buscando espectros, un efecto óptico que aterró durante siglos a los europeos y que ahondó en su incomprensión del mundo. Fuimos también en busca de un raro fenómeno astronómico, una convivencia extraña y fugaz entre el Sol y la Luna observable desde esas montañas.
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