“Lejos de impugnarlas, la izquierda identitaria valida las categorías que priorizan el componente étnico, propias de la derecha supremacista, y se encierra en ellas. En lugar de buscar un carácter mixto y mestizo, fracciona nuestras vidas y nuestros debates entre “racializados” y “no racializados”, enfrenta a las identidades unas contra otras, termina colocando a las minorías en competencia. En lugar de inspirar un nuevo imaginario, renovado y más diverso, censura. El resultado es visible: un campo intelectual y cultural en ruinas. Que beneficia a los nostálgicos de la dominación”, escribe la francesa Caroline Fourest (1975) en La generación ofendida, un libro donde escruta y vivisecciona la anatomía de lo que llama “la tiranía de la ofensa”, la falta de pensamiento crítico y la deserción

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