Hace poco más de veinte años, la caída desde el décimo piso del edificio de Lucio Mansilla 2429 en el barrio de Recoleta terminó con la vida de Lourdes Di Natale. Tenía 45 años y, según la crónica publicada entonces por La Nación, su muerte fue caratulada como “averiguación de suicidio”. Cerca del cuerpo se encontró un cuchillo tipo Tramontina. Lo que para la investigación oficial quedó rápidamente como una muerte autoinfligida, para muchos fue —y sigue siendo— una ficha perdida en el tablero de un escándalo mayor: el tráfico ilegal de armas desde la Argentina hacia Croacia a fines de los noventa.

Lourdes no era una testigo cualquiera. Fue secretaria de Emir Yoma —cuñado del entonces presidente Carlos Menem— y declaró ante la Justicia sobre reuniones, coimas y la existencia de agendas que

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