Si algo quedó claro en las múltiples deliberaciones en el recién terminado congreso nacional de minería es que Colombia tiene un potencial enorme en este flanco y que explotarlo de manera ordenada y con criterios de desarrollo sostenible resulta urgente para avanzar en la transición energética gradual y efectiva.
De hecho, más allá de la cuestionada política gubernamental dirigida a marchitar toda la industria minero-energética, que es fuente principal de impuestos, divisas, regalías y factor de dinamismo económico nacional, regional y local, lo que procede es intensificar la actividad exploratoria con el fin de aprovechar la riqueza minera.
A la par del carbón, el níquel, cobre, oro y otros productos primarios, uno de los enfoques principales debe ser la búsqueda y comercialización de l