Encontrar justicia después de décadas sin respuestas es una excepción en la crónica policial estadounidense. El asesinato de Ángela Samota en 1984 expuso las limitaciones de la tecnología forense de la época y la persistente impotencia de la policía local en resolver crímenes violentos.
Lo que distingue este caso no es únicamente su desenlace judicial, sino el papel que tuvo una amistad universitaria y el impulso ciudadano frente a una investigación paralizada. El caso representa una muestra de cómo el lazo humano puede sobrevivir al paso del tiempo y a la falta de avances institucionales.
Qué pasó con Ángela Samota
Ángela Samota , una joven de 20 años, estudiaba ingeniería eléctrica y ciencias de la computación en la Southern Methodist University (SMU) en Dallas , Texas. La n