El sol inclemente del oeste barquisimetano no solo calienta las calles de tierra, sino que también enciende la indignación de sus habitantes. En Pueblo Nuevo , la vida diaria se ha transformado en una lucha constante, una crónica de desesperanza que se arrastra desde hace más de quince años. Las calles, o lo que queda de ellas, parecen sacadas de un reportaje de guerra. Zanjas, montículos de tierra y un polvo que lo impregna todo son el paisaje habitual.
Para Carlos Rangel, habitante de la calle 16 con carrera 1, esta situación es más que una molestia, es un calvario que no parece tener fin. “ Desde hace más de 10 años estamos esperando por el asfaltado, mire cómo están estas calles ”, nos dice Rangel, mientras señala el camino roto frente a su casa. La reparación de las cloacas, una