Una diva con una vida difícil, pero con una gloria inmortal.
Ayer, en la Sala Grande de Venecia, todo el público se puso en pie: fueron ocho minutos de aplausos para Kim Novak, que a sus 92 años recibió el León de Oro a la carrera. La actriz estadounidense, protagonista de clásicos como Vértigo de Alfred Hitchcock (1958) y Bésame, tonto de Billy Wilder (1964), tuvo que luchar por todo.
En Hollywood no se la pusieron fácil. Le pidieron que adelgazara e incluso que se cambiara el nombre, demasiado parecido al de Marilyn Monroe. Ella se negó a renunciar a su apellido, aunque aceptó modificar su imagen: abandonó el rubio platino y se tiñó de castaño para no ser confundida con la otra estrella. Con el tiempo, sin embargo, todos empezaron a llamarla simplemente Kim.
Su larga carrera estuvo ma