Un título así es lo que más se acerca a la manera precisa de nombrar la relación entre políticos y crisis ambiental. Es así porque difícilmente nos encontraremos con un político que niegue la magnitud que ha alcanzado la degradación ambiental, el quiebre de los equilibrios ecológicos y los riesgos que para la existencia humana y planetaria representa. Pero, en ese mismo político encontraremos la convicción pragmática de que la cuestión puede abordarse mucho más tarde cuando se da cuenta que para abordar la cuestión se deben tomar medidas profundas, que suponen regulaciones, prohibiciones e inversiones económicas importantes.
La vida política, que camina más por la respuesta inmediata antes que por la respuesta a largo plazo, encuentra más rentable para sus objetivos proceder conforme el i