SHENYANG, China (AP) — Yang Huafeng, un veterano del ejército chino de 92 años de edad, recuerda a los soldados a caballo y el puñado de aviones que marcaron la fundación de la China comunista en 1949.

Estaba muy lejos del poderío militar que el país mostrará el miércoles en un desfile para conmemorar el 80mo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Una invasión japonesa antes y durante el conflicto devastó a China y dejó millones de muertos.

"Ahora ves los aviones de nuestro país... nadie se atreve a meterse con ellos", les dijo el veterano a los periodistas en un museo de guerra en la ciudad de Shenyang. Con el pecho cubierto de cintas y medallas, Yang expresó su orgullo por el ascenso chino.

El Partido Comunista gobernante está tratando de amplificar ese sentimiento, al destacar el aniversario del conflicto con museos renovados, nuevas películas de guerra y el desfile militar, al que asistirán varios gobernantes extranjeros, incluidos Vladímir Putin de Rusia y Kim Jong Un de Corea del Norte.

Para el mundo exterior, los misiles, tanques y aviones de combate en el desfile serán una demostración de fuerza mientras China procura mostrarse como una alternativa a la era de la posguerra, en la que Estados Unidos ha desempeñado un papel predominante.

Internamente, la conmemoración es un intento por mostrar cuánto ha avanzado el país y, al hacerlo, generar apoyo para el partido y su líder, el presidente Xi Jinping. China fue un frente de gran relevancia en la Segunda Guerra Mundial, un hecho a menudo pasado por alto en narraciones más enfocadas en la lucha por Europa y las batallas navales de Estados Unidos en el Pacífico.

"Es una parte realmente importante de la narrativa legitimadora del Partido Comunista como líder del pueblo chino", apuntó Emily Matson, experta en historia china moderna que imparte clases en las universidades de Georgetown y George Washington.

El partido no siempre le dio tanta importancia al final de la guerra. Los comunistas llegaron al poder apenas cuatro años después, y la mayor parte de la lucha fue realizada por sus rivales, los nacionalistas que gobernaban el país y a los que derrocaron en 1949.

Las dificultades de la guerra fueron menos relevantes en las primeras décadas del régimen comunista, en las que el enfoque estaba en construir un estado socialista.

Eso comenzó a cambiar en 1978, cuando el partido lanzó las reformas que impulsaron el ascenso económico de China. Su mensaje cambió gradualmente del triunfo de la clase trabajadora a la construcción de la nación.

"Este es un nuevo nacionalismo en el que comienza a incluir no sólo al proletariado chino, sino a toda la nación china", explicó Matson.

Con el tiempo, la derrota de Japón se convirtió en parte de la historia de la construcción de la nación, un punto de partida que marcó el final de un largo período en el que las potencias extranjeras imponían su voluntad a una China más débil.

Xi, quien llegó al poder en 2012, ha intensificado un impulso para construir un país fuerte que ya no pueda ser intimidado. Su gobierno se opuso a los nuevos aranceles de Estados Unidos este año, obligando al presidente Donald Trump a reducirlos.

En 2014, el gobierno designó el 3 de septiembre —el día después de que Japón se rindiera formalmente— como el Día de la Victoria. Al año siguiente, en el 70mo aniversario del final de la guerra, organizó un desfile militar en ese día por primera vez.

Los historiadores del partido consideran que la derrota de Japón fue un punto de inflexión. Sentó una base importante para la reconstrucción de la nación, dijo Wang Junwei, presidente del Consejo Académico y Editorial del Instituto de Historia y Literatura del Partido.

"La victoria en la guerra antijaponesa transformó a la nación china, de una profunda crisis a un gran rejuvenecimiento", expresó.

Para China, la lucha en lo que llama la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa comenzó mucho antes del ataque japonés a Pearl Harbor en 1941.

Una extensa exposición sobre la guerra se inauguró en julio en un museo en las afueras de Beijing, cerca del antiquísimo Puente Marco Polo, donde los enfrentamientos en 1937 derivarían en la invasión de China por parte de Japón.

Desde 2017, el partido ha dicho que la guerra comenzó incluso antes, en 1931, cuando Japón ocupó un área que entonces era conocida como Manchuria. La región noreste alberga el museo de guerra en Shenyang, que reabrió el mes pasado después de una renovación exterior.

Los visitantes de ambos museos observaron artefactos de la vida militar y fotos en blanco y negro del sufrimiento y las atrocidades.

"Pagamos un precio muy doloroso", manifestó la maestra de secundaria Yan Hongjia en el museo. Hizo un paralelo con la guerra en curso en Oriente Medio.

"Pensemos en ello: si los niños en Gaza durante la guerra fueran nuestros hijos, ¿estaríamos dispuestos a revivir esta historia, esta humillación y este dolor?", preguntó Yan.

Rana Mitter, historiador de Harvard que ha escrito extensamente sobre la experiencia de guerra de China, notó algunos cambios en la forma en que el partido presentaba la guerra cuando visitó la misma exposición.

Uno fue el énfasis en el papel de los pilotos militares soviéticos que ayudaron a China en los primeros años de la lucha, un reconocimiento a la relación cada vez más profunda de China con Rusia. Putin conversará con Xi el martes.

Otro fue el incremento en la relevancia que se le dio al papel de China de miembro fundador de Naciones Unidas. Beijing se está posicionando como defensor del orden global mientras Trump desmantela las normas establecidas sobre relaciones internacionales o las adapta a su gusto.

"La Segunda Guerra Mundial se está utilizando como marco para argumentar que China es ahora la verdadera heredera de ese orden global de 1945", observó Mitter.

En la década de 1940, Estados Unidos, China y otros aliados confrontaron y repelieron la expansión encabezada por militares de Japón en Asia. Ocho décadas después, Washington y Tokio son aliados que confrontan a una China que se ha vuelto más poderosa y categórica de lo que considera sus derechos.

Para algunos vecinos, especialmente Taiwán y Filipinas, Beijing se ha convertido en el hostigador en el mar Meridional de China.

Shin Kawashima, un experto en China de la Universidad de Tokio, dice que el gobierno chino está utilizando el desfile para dar una imagen de que está con Rusia y otros para contrarrestar a Estados Unidos y otras naciones ricas.

"China está tratando de decir que fue un miembro clave en el establecimiento del orden global de la posguerra", señaló, "y que ahora ha llegado a una etapa en la que está alcanzando y superando a Estados Unidos".

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El productor de video de The Associated Press Wayne Zhang en Beijing y la periodista Mari Yamaguchi en Tokio contribuyeron a este despacho.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.