LA TRAGEDIA del fuego que hemos padecido este agosto, sin precedentes y todavía con un buen trecho de campaña por recorrer, no se resuelve con pactos de estado ni de comunidad. Y lo primero que hay que hacer es resolver esa tragedia con la agilidad de las ayudas prometidas para los damnificados. Hay gente que se ha quedado sin casas y casi sin medios de vida, porque los castaños o las abejas, por ejemplo, son medios de vida y proyectos laborales en muchos de esos lugares. Como lo es el turismo, con todo lo que mueve y arrastra a su alrededor, que se verá ahuyentado por paisajes carbonizados y el miedo a que la tragedia se repita. Porque se repetirá por más medios que se apliquen siempre que haya un desalmado o un inconsciente dispuestos a prender fuego de forma voluntaria o involuntaria.

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