Las próximas elecciones de 2026 no serán un proceso electoral cualquiera. Decidimos sobre un país con las instituciones erosionadas; con un sistema democrático desaprobado que roza con el autoritarismo; con economías ilegales fortalecidas y favorecidas por las medidas del Legislativo y el Ejecutivo; con una escalada de la criminalidad y de la inseguridad sin precedentes; con una fragmentación política y social que no ha permitido diseñar –hasta la fecha– un proyecto de reconstrucción democrática. Decidimos sobre un país donde más de 9 millones de peruanos son pobres y donde las desigualdades se mantienen y refuerzan día a día.

Hacer frente a este escenario en un contexto de elecciones requiere de un contrapeso ciudadano fuerte. Nos referimos a una ciudadanía organizada que asuma un rol ac

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