“¡Ya soy mexicana! ¡Ya soy mexicana!”, grita una mujer con gafas mientras abraza emocionada a otras personas a su alrededor. Se acerca a otra mujer y a un hombre que visten de traje mientras hablan por celular. Unos minutos después llega un auto de media gama y se sube la nueva mexicana con otras tres personas.
En breve, otro vehículo amplio se acerca y sube a cuatro personas para llevarlas a un despacho en el centro de Tapachula en la frontera sur de México, la principal puerta de entrada de personas migrantes sin documentos.
La oficina es una casa habilitada con una sala de espera y una recepción. Hay al menos 20 mujeres y hombres con fenotipo afro y tres jóvenes con aspecto musulmán por la ropa que visten. Entre ellos, una mujer joven que no parece tener más de 20 años y el pelo cubie