Alrededor de 727.000 personas mueren por suicidio cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La cifra es alarmante y, sin embargo, solo representa la punta del iceberg: millones más lo intentan y quedan con secuelas físicas y emocionales, además de los efectos duraderos en familias, amigos y comunidades enteras.

El suicidio no es un hecho aislado: constituye un grave problema de salud pública con profundas implicancias sociales y económicas.

El fenómeno no discrimina. Puede ocurrir a cualquier edad, aunque afecta de manera particular a los jóvenes: en 2021 fue la tercera causa más frecuente de muerte en personas de 15 a 29 años.

Tampoco es exclusivo de las naciones ricas: el 73% de los suicidios ocurren en países de ingresos bajos o medianos, lo que demuestra qu

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