Existe una comprobada relación entre la construcción de nueva infraestructura, en especial las de transporte y servicios, con cambios en el territorio. Por esa razón es deseable elaborar escenarios, reconocer los posibles impactos en cada uno, analizar los deseables y anticiparse. No hay que esperar a que se construya algo y ahí sí reaccionar. Es una tarea multidisciplinaria, de un buen equipo de profesionales, con la participación de los afectados. Solo de ese modo se podrán tomar las decisiones que sean lo menos dañinas o, más bien, las más útiles posibles. Las consecuencias en esas situaciones son difíciles de revertir.
Se darán cambios en los usos del suelo y en el paisaje. Esos proyectos atraen gente y nuevos negocios, al hacer más atractivos lugares que antes se encontraban por fuer