Delegadas de más de cien países reclaman que el futuro acuerdo mundial no ignore los químicos que enferman a millones y exigen que la salud femenina esté en el centro de la discusión
Ana Miranda
Ginebra, 20 de agosto. Afuera de la sala principal, el aire olía a cansancio y frustración. Tras más de diez días de negociaciones en la sede de la ONU en Ginebra, representantes de 184 países se levantaron de la mesa sin acuerdo. La llamada “última oportunidad” para pactar el primer tratado global que enfrente la contaminación por plásticos se fue alargando entre desacuerdos técnicos, intereses económicos irreconciliables y bloqueos políticos que dejaron a los delegados con las manos vacías.
Pero entre la multitud de observadores y organizaciones civiles, un grupo de mujeres no estaba dispuesto