Por Juan L. Marcotullio
La historia argentina, como suele ocurrir, a veces parece repetirse con ecos extraños. En 1886, cuando el tucumano Julio Argentino Roca era todavía presidente, una piedra lanzada en plena calle lo golpeó en la frente. El 10/05/1886 había iniciado su caminata a las 15 hs desde la Casa Rosada al Congreso, en esa época situado en Balcarce e Hipólito Irigoyen, y un hombre le partió la cabeza a Roca con una piedra. El hecho, lejos de debilitarlo, terminó reforzando su figura.
La sociedad de entonces interpretó aquella agresión no como un cuestionamiento político legítimo sino como un acto de barbarie, un gesto torpe de quienes no tenían argumentos ni propuestas, solo apenas violencia. Casi siglo y medio después, en tiempos de Javier Milei, otro proyectil casi da en la