El alquiler dejó de ser el tránsito hacia la independencia para convertirse en un punto de llegada. En la Argentina del siglo XXI, y especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, los más jóvenes ya no imaginan el futuro como una línea recta que va de la casa familiar a la emancipación y, de allí, a la propiedad. Ese camino de la autonomización, que históricamente fue estudiar, trabajar, mudarse, armar un hogar propio, iniciar una familia, se fue resquebrajando ininterrumpidamente durante los últimos 25 años y lo que antes era un escalón en el ascenso social hoy se transformó en un método de supervivencia permanente.
Para cada nueva generación las dificultades no sólo aumentan, sino que se multiplican y complejizan: desocupación, informalidad laboral, salarios que no alcanzan, alquile