En lo que se ha llamado una "gira de despedida", François Bayrou se reúne a lo largo de esta semana con los líderes de las principales formaciones parlamentarias, en un último intento para conseguir los votos suficientes para superar la moción de confianza del próximo lunes

Claves del voto de confianza del primer ministro de Macron que arrastra a Francia a un otoño de inestabilidad política

A pocos días de la cuestión de confianza que probablemente provocará su salida, el primer ministro francés, François Bayrou, se ha lanzado a una campaña para defender su proyecto presupuestario e intentar salvar su cargo. Además de convocar a los líderes de todos los partidos políticos representados en la Asamblea Nacional –Francia Insumisa y Los Ecologistas declinaron la invitación– Bayrou multiplica entrevistas en los medios de comunicación. “Una gira de despedida”, según la fórmula irónica acuñada por el secretario general del Partido Socialista (PS), Olivier Faure.

La cuestión de confianza del próximo lunes, que se celebra a petición del propio Bayrou, es una votación parlamentaria decisiva: en caso de perder –es decir, si no consigue el apoyo de una mayoría simple de diputados–, el primer ministro está obligado a presentar la dimisión de su Gobierno.

En la situación actual, todo apunta a que Bayrou no solo no obtendrá esa mayoría simple, sino que una mayoría absoluta de la Asamblea Nacional votará en su contra (la izquierda, la extrema derecha y varios independientes).

“Estoy absolutamente convencido de que la situación puede cambiar”, aseguró el domingo en una entrevista conjunta a varios canales de TV de noticias. “¿Cómo? Si los franceses, esta semana, dicen: ¡todo esto es una locura!”. El jefe del Gobierno francés está basando su operación de comunicación en un discurso alarmista sobre las consecuencias de la deuda pública que pesa sobre el país. Lo hace con la doble intención de crear una presión sobre las fuerzas de oposición que pueda conducirlas a la mesa de negociaciones, pero también para sentar las bases de su futuro político, posicionándose en una cuestión que preocupa cada vez más a los franceses.

Impopularidad

Al rechazo unánime de todos los partidos de la oposición al proyecto presupuestario presentado por en julio, marcado por la austeridad, Bayrou suma una impopularidad que alcanza cifras récord para un primer ministro francés. En este contexto, la publicación esta semana por parte de Mediapart de un artículo que desvela que el dirigente francés ha iniciado una renovación en su despacho del Ayuntamiento de Pau (es también alcalde de la localidad bearnesa), por valor 40.000 euros, no ha contribuido a mejorar su imagen ante los ciudadanos.

El primer ministro, aliado de Emmanuel Macron desde 2017 y presidente del pequeño partido de centroderecha MoDem, presentó unos presupuestos que apuntan a recortar en 44.000 millones la deuda en 2026 con la intención declarada de poner a Francia en camino para reducir el déficit hasta el 3% del PIB en 2029 (hoy se eleva a 5,8%).

Consciente de sus escasas posibilidades de continuidad, Bayrou sigue afirmando estar abierto a una negociación, al tiempo que acusa al resto de partidos de buscar su caída para evitar el debate presupuestario y para no tener que enfrentarse a la realidad de la deuda.

Los socialistas se ofrecen para gobernar

El Partido Socialista, que el pasado febrero salvó a Bayrou y a sus presupuestos para 2025 con una abstención decisiva en una moción de censura, presentó la semana pasada un proyecto presupuestario alternativo para este año. Un plan que reducía a la mitad (21.700 millones de euros en 2026) el esfuerzo de ahorro, con visos a llegar al 3% de deuda en 2032 y no 2029.

Además, el PS reclama un mayor esfuerzo a la búsqueda de nuevos ingresos, incluyendo una mayor fiscalidad para los grandes patrimonios y las multinacionales, hasta ahora líneas rojas para Emmanuel Macron y sus aliados.

El secretario general de los socialistas, Olivier Faure, ha repetido en varias ocasiones que la decisión de votar contra Bayrou es “irrevocable”. El pasado martes, en una entrevista en televisión, ofreció a Macron discutir “las condiciones” para formar un gobierno de izquierda, que pueda negociar sobre la base de sus presupuestos alternativos presentados por el PS. “Quiero un gobierno de izquierda, que luego se presente ante una Asamblea que no es exclusivamente de izquierda, donde nadie tiene mayoría absoluta y donde buscaremos, proyecto por proyecto, mayorías”, precisó Faure.

De esta forma, los socialistas vuelven a poner sobre la mesa la opción de un ejecutivo progresista, que ya fue descartada por Macron tras las elecciones de 2024. Aunque, a diferencia del año pasado, en esta ocasión sin presencia de Francia Insumisa (LFI), formación con la que los de Faure se han distanciado.

El líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, reaccionó inmediatamente en la red social X a las declaraciones de Faure. “Es deplorable. Olivier Faure se pone a disposición de Macron para sustituir a Bayrou. Que todo el mundo lo sepa: los insumisos no estábamos al corriente de nada y no tenemos nada que ver con esta oferta que condenamos”.

Nuevas elecciones

En caso de nuevas elecciones legislativas –una opción, de momento, descartada por Emmanuel Macron– la ruptura de socialistas e insumisos hace difícil la reedición de una alianza progresista como el Nuevo Frente Popular. En realidad, Mélenchon defiende hoy, como ya hiciera el pasado diciembre, que la única salida al bloqueo actual pasa por la dimisión del presidente francés y por un nuevo ciclo de elecciones que comience con la presidencial.

En la extrema derecha, los responsables de Agrupación Nacional (RN) Marine Le Pen y Jordan Bardella han reclamado, por su parte, una “disolución ultrarrápida” de la Asamblea Nacional y la convocatoria de nuevas elecciones legislativas, para que emerja una “nueva mayoría que pueda elaborar un presupuesto”.

Unos hipotéticos comicios en los que, salvo cambio en su situación judicial, Marine Le Pen no podría ser candidata a mantener su escaño de diputada, al haber sido inhabilitada tras su condena del pasado diciembre por malversación de fondos.