La industria tradicional del calzado menorquín atraviesa momentos de incertidumbre. Fabricantes como MIBO, con sede en Es Migjorn Gran, han visto caer sus ventas de forma preocupante en los últimos años, especialmente desde la pandemia. La situación ha obligado a reducir personal y adaptar estructuras para poder mantener la actividad.
En el caso concreto de MIBO, la plantilla ha pasado de unos 28 a alrededor de 20 trabajadores en el último año , lo que refleja el impacto directo de la bajada de la demanda. Este descenso está estrechamente ligado a la presión de un mercado globalizado, cada vez más saturado de imitaciones y productos de baja calidad que compiten en precio pero no en origen ni en elaboración.
La falta de control sobre el sello y la presión del mercado
Uno de los p