Son retazos de un pasado que se fue, piezas del paisaje porteño que ya pereció. Quedan, algunos, estoicos y perpetuos en el tiempo, resistentes a los avatares de las nuevas tecnologías y los nuevos modos de consumo. Quedan, otros, reconvertidos y adaptados que cambiaron su anatomía y su modelo de negocios. La reconversión lleva a los dueños a implementar cafeterías, disquerías, venta de plantas, de velas aromáticas. Los que perduran son apenas la cuarta parte de los que alguna vez hubo. En la ciudad de Buenos Aires resisten, hoy, 1.144 puestos habilitados para ocupar la vía pública: 797 venden diarios y 348, flores .

Los que no pudieron reinventarse, quedaron abandonados anclados sobre la vereda a merced del óxido, el polvo y los grafitis. El gobierno porteño entendió que lo mejor sería

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