Imaginemos el consorcio de un edificio que posee servicios centrales de agua caliente y calefacción, y un gran número de departamentos que requiere el funcionamiento de varios ascensores. Los propietarios de ese consorcio acaban de designar a un administrador que los convenció de que era necesario desarmar la administración —que él mismo asumiría— para dejar en manos de los propietarios el manejo del consorcio. Pero, además, les aseguró que era necesario destruir al consejo de administración, dominado por una “casta” de propietarios que se apropiaban de recursos del consorcio para su propio beneficio y para gastarlos en cosas superfluas.
No es difícil imaginar qué sucedería si el termotanque que provee agua caliente, la caldera que brinda calefacción o los ascensores que permiten el